El siguiente, es un extracto del libro, "Las cosas como son" de Lama Ole Nydahl.
"Una mirada a la vida del Buda nos acerca a sus enseñanzas. Nació en medio de una familia real hace aproximadamente 2,560 años, y aunque la mayoría de las representaciones que se hacen de él lo muestran muy asiático, probablemente se veía más europeo. Su estirpe había llegado al norte de la India pocos siglos antes, durante las grandes migraciones provenientes de lo que hoy es Ucrania. Perteneció a la casta guerrera, y los textos lo describen como alto, fuerte y de ojos azules. La tierra de sus padres quedaba en lo que hoy es la frontera sur de Nepal, cerca de la ciudad de Kapilavastu. En aquel tiempo la región no estaba superpoblada y era asombrosamente próspera. Algunas excavaciones muestran que tenían agua para el consumo proveniente de fuentes subterráneas así como un sistema de calefacción. Hoy en día no es éste el caso de la mayor parte de Nepal.
El Buda no fue ningún "nacido de una virgen", sino la última oportunidad de sus padres para tener un hijo y, por ende, un heredero al trono. De otro modo, su reino habría desaparecido muy pronto.
Un intenso sueño de la madre anunció el embarazo. Grande fue la alegría de los padres cuando la madre dio a luz un niño hermoso y sumamente fuerte (...)
Invitaron entonces a tres sabios para que predijeran el futuro de su hijo, a quien le habían dado el nombre de Siddharta Gautama. La apreciación de todos fue la misma: "El joven es muy especial. Si no entra en contacto con el sufrimiento del mundo, realizará todo lo que ustedes desean de él. Como guerrero y como héroe vencerá a todos los reyes vecinos, y ustedes estarán orgullosos. Pero si se da cuenta de que el mundo es en sí mismo condicionado y que por lo tanto no puede brindar una felicidad duradera, lo abandonará todo. Desarrollará una visión nueva e iluminada, y la llevará al mundo."
Puesto que ellos deseaban un soberano y no un artista o un renunciante, procedieron con rapidez. Rodearon al principe en su crecimiento de todo aquello que un hombre joven y sano desea: 500 mujeres bellas, posibilidades para practicar los deportes, el arte de la lucha y la recreación, y las mejores condiciones para su educación intelectual. Rápidamente dominó todo aquello, y lo que adicionalmente deseaba, lo obtenía con sólo señalarlo. Como su subconsciente no contenía nada perturbador de vidas anteriores, tampoco había ninguna impresión desagradable que pudiera madurar en él. Y así, experimentó durante 29 años sólo niveles cambiantes de alegría. Pero después su mundo se puso de cabeza.
Durante años se mantuvo todo lo perturbador alejado del joven príncipe Siddharta Gautama, hasta que a los 29 años éste abandonó por primera vez el palacio. Por lo tanto, él se encontró muy tarde con los inconvenientes de la vida, aunque lo hizo en toda su extensión. En tres días consecutivos vio a un enfermo sufriendo fuertes dolores, luego vio a un viejo completamente decrépito y, finalmente, a un muerto.
La comprensión de que estos sufrimientos forman parte de la vida de los seres le quitó la tranquilidad. Cuando regresó a su palacio, le esperaba una mala noche: también se dio cuenta de que no podía encontrar nada que pudiera ofrecer a sus seres cercanos como refugio (objeto duradero de confianza). No hallaba nada que fuera realmente confiable. Gloria, estirpe, amigos y posesiones, todo pasaría. Tanto afuera como adentro, sólo había transitoriedad. Nada tenía una existencia real y verdadera.
A la mañana siguiente, el príncipe pasó junto a un hombre que estaba sentado en profunda absorción. Cuando sus ojos se encontraron, sintió, el futuro Buda, como una descarga. De inmediato supo que estaba tras la huella de lo que buscaba. Este hombre le reflejaba algo intemporal. A través de él se acercó al reluciente espejo detrás de las imágenes, al océano debajo de las olas. Tenía que haber un experimentador (mente) que percibiera las cosas. Sólo la mente podía estar en capacidad de abarcar los pensamientos y sentimientos, así como las situaciones y los mundos. El futuro Buda comprendió de repente que tenía que haber algo entre y detrás de las apariencias y las impresiones (...)
En un instante el príncipe entendió que la verdad no condicionada, que había buscado, no es otra que la propia mente. Pero, por supuesto, el solo conocimiento sobre el experimentador no es suficiente. El buda conocía ahora la meta, pero todavía tenía que encontrar el camino hacia ella (...) Se vio obligado a transitar el largo camino de la renuncia. En ese momento tenía sentido el limitar las impresiones que llegaban a su mente: terminó abruptamente su rica vida social y huyó en la noche del palacio a los bosques y colinas del norte de la india. Ahora tenía una gran meta: realizar la intemporal esencia de la mente.
Puesto que el futuro Buda deseaba en forma tan ardiente el perfecto conocimiento de la mente para el bien de todos no se sintió demasiado refinado para ninguna práctica, y aprendió en todas partes, sin ningún orgullo. Los seis años siguientes fueron duros, pero le confirieron madurez. Por ejemplo, incurrió una vez en la idea exagerada de que el cuerpo era malo. Ayunó entonces por tan largo tiempo, que era ya casi sólo un esqueleto. El debilitamiento de las impresiones sensoriales debió fortalecer la claridad de su mente, pero descubrió, en cambio, que a partir de una situación de debilidad no se puede ser útil para los demás. Empezó entonces a comer de nuevo, y su cuerpo recuperó el vigor anterior.
Siddharta no sólo aprendió con los maestros más eminentes, sino que además los sobrepasó muy rápido, Pero las explicaciones duales disponibles no lo llevaron a la meta. En ninguno de los circulos culturales se imaginaban, ni siquiera los maestros más talentosos, las causas demostrables para el mundo y sus acontecimientos. Sólo Buda y su contemporáneo Heráclito, en Europa, se acercaron a palpar la única visión convincente de que el espacio, gozoso en sí mismo, juega, y que todas las posibilidades le son inherentes. Cuando tuvo la claridad de que los maestros no sabían de la intemporal esencia del experimentador, y que tampoco podían señalar nada estable y digno de confianza, les agradeció y continuó su camino siguiendo los famosos ermitaños del bosque.
Después de seis años de aprendizaje y meditación en las llanuras del norte de la India, que en ese entonces eran todavía boscosas y agradables, maduraron las promesas que había formulado el joven príncipe en incontables vidad. Finalmente deseó reconocer la esencia de la mente para beneficio de todos. Para tal fin eligió un lugar que hoy se llama Bodh Gaya, y es una animada aldea llena de templos asiáticos, turistas occidentales, estudiantes budistas y mendigos indios, aunque posee todavía un fuerte campo de poder.
Cuando el Buda llegó allí, se sentó bajo un frondoso árbol con la fuerte decisión de permanecer absorto hasta encontrar la meta y estar en capacidad de beneficiar a todos los seres. Después de seis días y seis noches ricos en experiencias sublimes, en la séptima mañana obtuvo la Iluminación. Esa mañana de luna llena de mayo, hace cerca de 2525 años, fue su cumpleaños número 35 y, 45 años más tarde, fue también el día de su muerte. En ese instante se desvanecieron los últimos velos de los conceptos fijos de su mente y hubo sólo un omnímodo aquí y ahora. Toda separación en tiempo y espacio experimentada hasta ese momento desapareció, y pasado, presente y futuro se fundieron en un estado radiante de deleite que todo lo contenía. Así se convirtió en conciencia radiante. Con cada célula lo conocía todo, y era todo."
Luego de todo esto el Buda Historico, Siddharta Gautama, impartió sus enseñanzas por todo lugar por el que pasaba, durante 45 años, junto a sus cientos de discípulos. Y años más tarde su dóctrina, sus enseñanzas sobre las cosas como son, y su método para vivir sería llamado Budismo. Que sea auspicioso.
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