Ocurrió que una vez un hombre acudió a un maestro Zen.
Había leido todas las escrituras, las memorizó y se había convertido en un gran filósofo, porque era muy eficiente en el empleo de las palabras, de la lógica. Y ese maestro zen no era más que un aldeano. Nunca había leído el cierto Sutra del Loto, una escritura digna de ser conservada, de tenerla siempre a mano. Así como hay libros de cabecera, dicho Sutra es un libro del corazón; tiene que ver con el corazón. El loto simboliza el corazón; completamente florecido, abierto del todo, es el corazón. Y para los budistas nada es comparable al Sutra del Loto.
Este hombre había memorizado todo el Sutra del Loto. Lo podía repetir comenzando desde cualquier parte. Le preguntaras lo que le preguntaras, respondía de inmediato. Era muy eficiente, como una computadora. De modo que le preguntó al maestro Zen:
- ¿Leiste el Sutra del Loto?
- ¿Sutra del Loto? Nunca oí hablar de eso.
El hombre, el erudito, dijo:
- ¿Nunca oiste hablar de él? ¡Y la gente cree que estás iluminado!
- La gente debe estar equivocada. Si soy un hombre ignorante, ¿Cómo voy a estar iluminado? - repuso el maestro Zen.
Entonces, el erudito se sintió cómodo, de modo que manifestó:
- Ahora repetiré el Sutra del Loto. ¿Sabes leer?
- No sé leer.
Así que el otro replicó:
- Bueno, entonces escúchame, y te explicaré todo lo que quieras preguntarme.
Había ido en busca de un maestro, pero ahora el hombre se había convertido en maestro. El ego nunca quiere ser discípulo, siempre busca ser maestro. ¡ Cómo se habrá reído el buda de esa situación! El maestro se convirtió en discípulo, y el discípulo se convirtió en maestro y dijo:
- ¡Escucha!
El maestro se puso a escuchar.
-Muy bien- comentó el discípulo, y se puso a repetir el Sutra del Loto.
En el Sutra del Loto dice que todo es vacío: este mundo es vacío, el infierno es vacío, el cielo es vacío, Dios es vacío, todo es vacío. El vacío es la naturaleza de todas las cosas, la nada, de modo que si estás armonizado con la nada, llegarás a la realización.
De pronto, el maestro saltó y golpeó al erudito en la cabeza.
El erudito se indignó. Comenzó a gritar:
- No sólo no estás iluminado, no sólo eres ignorante, sino que, según parece, también estás loco. ¿Qué haces?
El maestro volvió a sentarse y dijo:
- Si todo es nada, ¿de dónde proviene esa ira? El mundo es vacío, el cielo es vacío, el infierno es vacío, la naturaleza de las cosas es el vacío, ¿de dónde proviene esa ira?
El erudito quedó desconcertado.
-Eso no lo dice el Sutra del Loto. Haces preguntas estúpidas. El Sutra del Loto no lo dice; yo lo sé de memoria. Además, así no se pregunta; eso de golpearme no es forma de hacer una pregunta.
OSHO lo dijo:
"Hay dos tipos de personas: uno, el que está en busca de las teorías, y por favor no pertenezcas a este tipo, porque es lo más estupido; el otro tipo es el sabio, el de los que están en busca de la experiencia, no de teorías".
Y te digo algo sobre la experiencia; es la vida, la acción, la reflexión.
Había leido todas las escrituras, las memorizó y se había convertido en un gran filósofo, porque era muy eficiente en el empleo de las palabras, de la lógica. Y ese maestro zen no era más que un aldeano. Nunca había leído el cierto Sutra del Loto, una escritura digna de ser conservada, de tenerla siempre a mano. Así como hay libros de cabecera, dicho Sutra es un libro del corazón; tiene que ver con el corazón. El loto simboliza el corazón; completamente florecido, abierto del todo, es el corazón. Y para los budistas nada es comparable al Sutra del Loto.
Este hombre había memorizado todo el Sutra del Loto. Lo podía repetir comenzando desde cualquier parte. Le preguntaras lo que le preguntaras, respondía de inmediato. Era muy eficiente, como una computadora. De modo que le preguntó al maestro Zen:
- ¿Leiste el Sutra del Loto?
- ¿Sutra del Loto? Nunca oí hablar de eso.
El hombre, el erudito, dijo:
- ¿Nunca oiste hablar de él? ¡Y la gente cree que estás iluminado!
- La gente debe estar equivocada. Si soy un hombre ignorante, ¿Cómo voy a estar iluminado? - repuso el maestro Zen.
Entonces, el erudito se sintió cómodo, de modo que manifestó:
- Ahora repetiré el Sutra del Loto. ¿Sabes leer?
- No sé leer.
Así que el otro replicó:
- Bueno, entonces escúchame, y te explicaré todo lo que quieras preguntarme.
Había ido en busca de un maestro, pero ahora el hombre se había convertido en maestro. El ego nunca quiere ser discípulo, siempre busca ser maestro. ¡ Cómo se habrá reído el buda de esa situación! El maestro se convirtió en discípulo, y el discípulo se convirtió en maestro y dijo:
- ¡Escucha!
El maestro se puso a escuchar.
-Muy bien- comentó el discípulo, y se puso a repetir el Sutra del Loto.
En el Sutra del Loto dice que todo es vacío: este mundo es vacío, el infierno es vacío, el cielo es vacío, Dios es vacío, todo es vacío. El vacío es la naturaleza de todas las cosas, la nada, de modo que si estás armonizado con la nada, llegarás a la realización.
De pronto, el maestro saltó y golpeó al erudito en la cabeza.
El erudito se indignó. Comenzó a gritar:
- No sólo no estás iluminado, no sólo eres ignorante, sino que, según parece, también estás loco. ¿Qué haces?
El maestro volvió a sentarse y dijo:
- Si todo es nada, ¿de dónde proviene esa ira? El mundo es vacío, el cielo es vacío, el infierno es vacío, la naturaleza de las cosas es el vacío, ¿de dónde proviene esa ira?
El erudito quedó desconcertado.
-Eso no lo dice el Sutra del Loto. Haces preguntas estúpidas. El Sutra del Loto no lo dice; yo lo sé de memoria. Además, así no se pregunta; eso de golpearme no es forma de hacer una pregunta.
OSHO lo dijo:
"Hay dos tipos de personas: uno, el que está en busca de las teorías, y por favor no pertenezcas a este tipo, porque es lo más estupido; el otro tipo es el sabio, el de los que están en busca de la experiencia, no de teorías".
Y te digo algo sobre la experiencia; es la vida, la acción, la reflexión.
Muy profundo
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